Aún no termino de mudarme, falta muy poco. Ya duermo sin embargo en otro lado, mi cama ya no está en mi cuarto (el anterior). Cuando regreso a mi antigua habitación ya parece como si fuese la ofrecida por un hotel muy barato, o una casa de muy malos acabados por ser comprada. Irracionalmente, le tengo mucha gratitud a estos ladrillos. “Es una casa de carácter, dá mucha pena traerla abajo” – dijo quien la demolerá. Al fin de al cabo, debo verla como lo qué es; ladrillo, cemento, barras de fierro, tubos y cables. Ya que estas paredes; esta casa, ha sido lo que pudo ser para cualquiera que hubiera vivido aquí; una hoja en blanco; aquí se escribió mucho (así como hace unos días literalmente escribí en mi pared como siempre lo había querido hacer) y muchas vidas se intersectaron. Lo bueno es que pasan los días y tengo algo muy claro:
Los recuerdos me los llevo, y esas son las llaves que nunca perderé.
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