jueves, 30 de diciembre de 2010

No es cierto.

Me quito la sabana de encima, ahora una ducha sería perfecta.
Ya es de mañana, los rayos curiosos del sol quieren saber lo que pasó esa noche. No lo sabrán. Nadie debe saberlo.
Tampoco creo que querremos recordarlo; ni ella ni yo.
Caemos en lo mismo, yo en tomar unas cervezas de más y olvidarme de lo complicado del asunto.
Y ella en contestarme el teléfono, huir a escondidas, y hacerme caso.
La habitación de hotel es lo que más varía en las noches que sucede, nuestro comportamiento ya lleva el mismo patrón varios años.
Mensaje de texto; una llamada no. Así no contesta y puede verlo cuando él no la ve.
Tiene una amiga que su esposo no pasa; la excusa y el plan de contingencia.
Y yo, casado con una mujer que es fiel. Fiel a la idea de que yo nunca lo seré. Aunque quiera.

Estas noches que recuerdo, cuando ambos nos sacamos los anillos en su carro, se dan dialogos que nos recuerdan cómo son las cosas.

Tomas una cerveza? - le pregunto. Queriéndome sentir amable ; al menos un momento.
No, gracias, sabes que no tomo mucha cerveza. - dice ella. Y yo pienso..
Anda, acompañame. - que puedo..
Ok, sólo una. - controlarla.


Utilizo las armas. Estará en la naturaleza de todos nosotros usarlas?
Ella cae, es atrapada. Pero sus jadeos son auténticos, tanto sus gritos como sus besos. Entonces es la victima?
Ya van diez años, y ahora pienso.. cuando las cosas están bien.. para qué intentar cambiarlas?


Dejo de mirar por la ventana con la mirada perdida como idiota y me siento en la cama para ponerme la ropa.
Ella se despierta. Casi siempre lo hace cuando recojo mis llaves del suelo o suena la hebilla de mi correa al levantarla. Le doy un beso mecánicamente, un poco antes de ver la puerta y mi reloj.
También le digo que esta vez lo hicimos aún mejor. Pero no es cierto.