sábado, 14 de abril de 2012

A propósito: Y, quién es el responsable?

Hay veces que lucho tonta y arduamente porque ciertos días sean distintos. Luego me causa gracia que, varias veces, al día siguiente .. sin mover tanto los hilos, solo vivo sin pensarla tanto.. y me llega a sorprender la vida misma. Hay que prestar atención a esos otros hilos que algunos dicen nadie mueve ..

Me siento muy tranquilo porque a pesar de tener la agenda más recargada con el pasar de los años; aún puedo permitirme salir a caminar cada cierto tiempo.

Así como hoy, que salgo a caminar, cazando trayectos de sombras bajo este calor ya de planeta inhabitable, y paradójicamente; siento tanta paz. Hay varias cosas en qué pensar; lo que debo arreglar, los propósitos que debo de asumir, los cambios que debo hacer .. Con el pasar del tiempo también; me doy cuenta que mis pensamientos, mis dialogos internos, en ocasiones se vuelven prácticamente monotemáticos. Cuál es el tópico? Las responsabilidades. Esas que de niños teníamos muy pocas, y esas de las que de adolescentes escapábamos pero íbamos también asumiendo.

Unas nos llegan y las aceptamos; y otras las queremos tener: esas son las mejores. Las que queremos asumir, porque queremos ser responsables, queremos brindar algo; queremos ayudar colaborando y asumiendo que podemos y queremos hacerlo.

Qué me hizo pensar en esa introducción? Pues algo simple. Mientras iba ya de regreso a casa, preferí bajarme antes de la parada habitual del bus; quise caminar, también tranquilo, en lugar de quedarme en un embotellamiento. Realmente los automóviles estaban todos buscando por donde salir, y se encontraban parqueados en muy distintas direcciones. En mi cabeza eran como un grupo de vectores que de criterio tan geométrico como su representación gráfica no podían ver que con tan solo conversar y comunicarse, podían fluir mucho más rápido en dos o tres direcciones y desamarrar rápidamente el nudo. Carros, camionetas, buses, todos explicando la teoría del caos.

Y escuche el sonido de un pito. Seguramente un policía de tránsito pensé rápidamente; pero no, no lo ubiqué haciendo un paneo rápido. Cuan grande (pero pequeña en tamaño) fue mi sorpresa; cuando vi que no era un policía; sino un señor, con esos chalecos naranjas que le prestan a quienes quieren realizar voluntariamente alguna labor en el tránsito. El señor era más bajo que yo, tendría menos de un metro y medio de altura. Pero a diferencia de mi, de no haber desarrollado mi altura por caprichos en mi nutrición.. el no era más alto porque un cuadro de polio parecia haber dejado sus piernas extremadamente delgadas y frágiles; tanto así que tenía esas barras de metal que se le suele poner a quienes padecen esta enfermedad a manera de fortalecer estas articulaciones. Este señor, bajito; con las piernas enrejadas, y de muy frágil contextura, soplaba y hacía sonar los pitídos de manera más fuerte que otros policías de transito que había oido antes. Y no sólo eso, movía sus brazos enérgicamente para indicar, y dar señales, hacia donde debían colocarse los carros para solucionar el enredo del embotellamiento.

El señor, entonces, no era policía, pudo simplemente ponerse a la sombra en este día tan caluroso y no a dirigir el tránsito, pudo, con su condición médica, haber tomado la opción de mendigar, pudo haber tomado muchas salidas fáciles.. Pero no; en lugar de eso asumió una responsabilidad, se ofreció como voluntario, se puso un chaleco e hizo algo más, busco solucionar y guiar.

Y si, realmente guió. Mientras caminaba y me sentía más tonto por quejarme del sol, pensé que; ojala otros, más allá de los automóviles y más allá de las direcciones que daba con sus brazos.. hayan prestado atención a sus piernas y al metal que las rodeaba; el cual puede ser muy sólido, pero no tanto como el espíritu humano cuando se fortalece. Cuando se fortalece como resultado de querer responsabilidades, asumirlas, y realizarlas; no por cumplirlas simplemente, sino por el valor que tiene para otros y uno mismo. Hay veces que se hace tan claro entonces, que una actitud puede guiarnos mucho más que todas las direcciones, ordenes y opiniones que nos puedan dar.