viernes, 13 de agosto de 2010

Las mismas canciones.

Te despiertas. Sales de la cama. Asumes que estás despierto. Y a la ducha. Enjuaga y repite.
Cortas la misma barba que cortaste el día anterior, cepillas los mismos dientes, cortas las mismas uñas que hace unas semanas viste. Te secas. Tiendes la cama que des-tendiste ayer.
Bajas a la misma cocina y ves los mismos rostros.

Ya listo? Ya tienes un destino. Manejas por los mismos lugares. Llegas a la misma oficina, al mismo salón.
Los compañeros de siempre. Sientes seguridad. Los mismísimos pavos y pavas; aunque también hay quienes te sacan sonrisas.. y quienes te hacen seguir. Termina la jornada.
Ya listo? Ya tienes un destino. Manejas por los mismos lugares. Entras a tu casa. Ves los mismos rostros. Descansas, ves los mismos programas en el mismo televisor. Usas la computadora, escuchas las mismas canciones, hablas con el mismo programa de mensajes en tiempo real. Qué es real? Des-tiendes la cama. Te despiertas. Te sales de la cama. Repite.

La rutina nos devora. Alguien que quise mucho me leyó algo que decía que era lo único que podía matar al amor. Yo diría, ahora con algunos años más, que siento que podría matar el espíritu. Hablo desde luego en forma figurada.. porque más que matarlo, pareciera que lo duerme; que lo hipnotiza.

Pasan días, meses y años que realizamos las mismas actividades sin darnos cuenta (muchas de las cuales no son tan necesarias como muchos piensan); y la lista de inquietudes, de cosas espontáneas por hacer (pero imposibles en “este” momento), se empolva.

Yo siempre he sido una persona que ha apuntado hasta la última de las cosas por hacer. Pero con el tiempo también asumí que a pesar de tener mis post-it’s congelados y expectantes a ser vistos… cuando los retomo; no son lo mismo. Algunos si; y por eso lo sigo haciendo. Pero si realmente no me siento motivado, los rompo; esperanzado de que si es algo que debo hacer.. vuelva a tener la epifanía de volver a apuntarlo.

Desde muy chico le he temido a la palabra rutina (pero la pronuncio; y también digo Voldemort) ; no he querido repetir muchas cosas en mi vida (sin hablar de ciclos universitarios, por favor). Y sin ninguna vergüenza (y quizá también con cinismo; porque todos los humanos nos repetimos) admito que me he alejado de gente que encontraba cíclica, que he terminado relaciones intempestivamente, y que he dejado hasta amistades en el freezer por cansarme de algunos patrones que notaba. Me tiro del precipicio si me veo caminando en una cinta de Moebius. Todos nos podemos saturar de todos y de todo.. Hay que admitirlo. Y jamás acostumbrarnos.

El tiempo es lo único que no se puede detener. Para bien o para mal. (Hasta que llegue el DeLorean)
No diré un adolescente “Hazlo, dilo y ya”; pero hay que darnos cuenta que millones de oportunidades se abren todos los días para hacer pequeños y grandes cambios. Y si la rutina asusta, quedémonos pensando quien la creó. “Yo te hice y te puedo destruir (madafaka!)” – dicen muchas películas de terror. Usualmente malas.

Ya pasan y pesan los años. Me sigue gustando hacerme el desentendido de todo, el distraído (siempre genera menos preguntas..) y en realidad: soy bien distraído. Pero uno aprende, y felizmente hay señales que pueden despertar el espíritu arrutinado: huesos que crujen, lumbalgias, alopecia y patas de gallo entre muchas cosas … divertidas … para alguien que quiere encontrar novedades todos los días.

Una nota de pie de página: Hace unos días un profesor dijo “saben quiénes eran los filósofos? Platón, Aristóteles, etc.? Eran unos personajes que no tenían trabajo, algunos no lo necesitaban, otros no querían hacerlo y vagaban en las colinas.. paraban meditando todo el día y llegaban a estos pensamientos ahora universales..” – Ese discurso me hizo pensar. Ya debo seguir mandando mi CV y buscar prácticas.. esto de pensar puede ser mucha responsabilidad.. ja.