lunes, 1 de febrero de 2010

Colección

No podía creerlo. Era un día cualquiera; sin ningún evento especial o casualidad extraña que me hubiera hecho sentir que en tan poco tiempo cambiaria mi vida; pero ahí estaba; en la azotea viendo naves de un tamaño increíble. De más de cuatro o cinco cuadras. No eran como las que uno ve en las películas; ni brillantes, ni plateadas, ni siquiera podía verse señales de tecnología incomprensible en un primer vistazo. Si tuviera que describirlas, diría que eran como grandes continentes flotantes, pedazos de tierra irregulares que al intentar focalizar mi campo visual revelaban lo que parecía ser una capa interior de metal muy gastado y quizá hasta oxidado. Será por los viajes que se yo; pero al fin de al cabo; objetos gigantes flotando encima de la ciudad.

Luego de quedarme boquiabierto por más una hora, quise bajar a ver si mis padres estaban viendo lo mismo. Al bajar las escaleras sentí un gran temor. Sentí que ya no estaba pensando en lo vivido en la azotea. Entonces en que? Al abrir la puerta vi una sombra y se me escarapelo el cuerpo. No le vi pies, estaba como flotando, y se movió hacia el cuarto que siempre le tuve miedo. Cómo podía estar pensando en fantasmas ahora?

Llegué donde mis padres, sentía que mi mente estaba siendo sobrecargada. Mi padre me vio y puso una expresión de desconcierto tan intensa que nunca le había visto antes. Sin embargo, sentía un déjà vu al ver su rostro. Me empezó a doler la cabeza, caí de rodillas y me agarre la frente, no entendía que estaba sucediendo pero sentía que mis pensamientos no eran míos, que lo que viví ahora estaba siendo escrito por alguien más, que inclusive mi vida no era mi vida. Y morí.


Al menos eso fue lo que pensé estaba sucediendo. La escena de mi padre con cara de asombro y de mi madre yendo a levantarme en cuanto sentía el suelo al caer, se desvaneció como cuando uno apaga un monitor. No sentía mis ojos; en si, no sentía nada. Pero como estaba ahí? Donde fuese que fuera ahí. Como estoy pensando? Entonces no estaba muerto?


Empecé entonces a sentir mis extremidades, no podía moverlas pero las sentí. Aun no tenía imágenes que acompañaran las sensaciones, pero me imaginaba que estaba echado. Sentí una superficie regular en mi espalda, y pensaba estar en posición horizontal. Si, estaba echado. Derepente como un instinto que parecía no haber usado en muchísimo tiempo, empecé a abrir los ojos. Sin ver a nadie escuchaba lo que parecían ser murmuros, pero no eran de personas, no eran voces ni siquiera. Recordé las naves que vi desde la azotea e inmediatamente también la sensación de déjà vu. Estaba en un lugar que me resultaba un tanto conocido, pero que era bastante extraño al mismo tiempo. Habían muchos objetos que no sabia que eran. Sin embargo no me sentí tan amenazado. A los pocos segundos; esos murmuros que sentía se escucharon mas cercanos y de repente los escuche al lado: seres que no eran humanos, sino mas bien figuras luminosas que tomaban diferentes formas en cualquier momento. Eran a veces esferas, luego se extendían en formas mas largas o proyectaban extremidades para conectarse unas con otras o para tocar todos esos objetos que estaban en ese lugar.


Parecía que se dirigían varias a mí. A hablarme? Esos murmuros ininteligibles se volvieron voz en una fracción de segundo.


No te asustes.


Escuche eso y derepente estaba muy tranquilo. Me senté, y mire ahora con mas tranquilidad mi entorno y vi varias camas - si es que se les puede llamar camas, iguales a la mía. Se veían muy cómodas, y estaban vacías. Una de esas figuras de luz, se acercó a mí, y sin tocarme sentí que me abrazó y dijo una sola palabra.


Verdad.


Vertiginosamente sentí que pensaba con más de una mente, que tenía más de un alma, que podía solucionar ecuaciones simultáneas y que estaba en todas partes al mismo tiempo. Entendí todo.


Todo lo que había vivido, por decirlo de la única manera que puede ser entendido por un humano; no fue real.


No me llamo Bruno como lo creí más de 22 años, mis padres no son mis padres, ni vivo en la calle donde vivo, ni mi piel es del mismo color al que pensaba. Es más, el planeta que recuerdo jamás lo conocí.

En ese instante, en mi mente se formaron millones de recuerdos, que realmente nunca fueron recuerdos. Vi mi infancia, me vi de bebé, de recién nacido.. y vi mi vida antes de eso.


Pude ver que fui un padre con cinco hijos, me vi como sacerdote, luego como líder político, como una revolucionaria vehemente, como un vago, un deportista, una mujer condenada, un escritor, un militar. Vi como morí, en miles de accidentes y en miles de camas de hospital; a veces solo y a veces con familia.


No tuve una vida, tuve miles; o mejor dicho; me hicieron vivir muchas vidas.


Estos seres nos encontraron, hace muchísimo tiempo, en un lugar que se parece muy poco a la Tierra que cualquier persona cree conocer. Éramos tan solo un puñado de personas. A punto de dejar de existir. Nos guardaron. Así como un biólogo hace con un insecto que piensa que es de los últimos que existen. Nos han tenido con ellos desde casi mil de años, pero tan solo han logrado que de un puñado, ahora seamos treinta y siete personas. Nos morimos rápido, siempre en menos de veinte años. Siento que nos aprecian, que nos cuidan como mascotas que requieren mucha estima y cuidados extremos.


Asumí rápidamente que su compasión es la que los hace inducirnos a un sueño casi eterno desde que nacimos hasta que morimos. Y en este sueño nos inducen a su vez imágenes, fantasías; una vida tras otra. Tan rápidamente como nuestras sinapsis de seres en extinción pueden soportar.

Todas las variaciones que pueden crearse; una tras otra, aprendiendo y olvidando. El sexo con el que nacimos, nuestros padres, nuestros hermanos, nuestros hijos; las mejores experiencias; en si, toda la vida; fue un engaño. Compasivo, quizá; pero al fin de al cabo, una mentira.


Con esta superconciencia que estaba alcanzando empecé a sentir algo más.

Estos seres luminosos que nos cuidaban aparentemente, también experimentaban con nosotros. Qué fácil fue pensar que compartían sentimientos humanos como la compasión.

Y pude entender algo de esos murmuros otra vez; ya éramos menos de treinta los que quedábamos.

Creí por un instante que quizá lo más sensato era simplemente no hacer nada.


Solo seguir viviendo esas vidas imaginarias; con aspiraciones, con enamoramientos, con temor a lo sobrenatural; creyendo en fantasmas y en extraterrestres con brazos, piernas y cabezas, con fe en algo supremo, con lo que creo que es humanidad, con ignorancia de tantas cosas..


Y derepente, como si alguien cambiara de canal en una televisión; otra vez estaba en lo que recordaba como mi vida.. pero ahora si tenia conciencia; sabia que estuve viendo a los seres luminosos hace unos minutos. Lo sabía.


Estaba en lo que parecía ser una habitación. La vi bien.. y recordé con esa superconciencia que pareció darme el despertar, que no era una habitación sino una mezcla de varias de las habitaciones de las vidas que pensé tener. Era como un cuadro surrealista de paredes entrecruzadas; puertas que no llevaban a ningún lado, marcos desproporcionados, espejos rotos, y objetos tirados en el suelo de distintas cronologías y etapas de esas vidas. Y otra vez sentí temor. Apareció algo que solo puedo denominar como monstruo por lo atemorizante, pero que en si no tenia forma. Como algo instintivo intente tirarle algo hacia donde pensé que estaba. Agarre un televisor antiguo, de los grandes, muy pesado; y sentí como la contundencia del golpe había destruido lo que fuese que estaba apareciendo. Estaba asustado; no entendía porque estaba experimentando esto. Esos seres que nos cuidaban de la extinción estaban molestos conmigo? No quisieron realmente contarme la verdad? Se les escapo de las manos algo?


Sin tener el tiempo de seguir articulando retóricas, apareció algo mucho más grande y amenazante que el monstruo anterior. Este estaba seguro que jamás lo podría vencer, ahora si estaba seguro que moriría aquí.