jueves, 14 de enero de 2010

Ciencia y fricción

Todas las personas ven un par de manchas cuando un colibrí agita las alas. Luego de lo que me pasó quise comprobarlo y vi algo diferente. Pude ver que pueden moverlas casi setenta veces en cada movimiento del segundero de mi reloj.

El tiempo pasa diferente para mí. El decirme que espere cinco minutos me hace fingir que no me aburro por una eternidad. Puedo estar a kilómetros de aquí antes de que el sonido de estas palabras deje de escucharse y que nadie lo pueda notar. No me agradaría ser una figura pública. Trabajo en las sombras y corro más rápido que la luz.

Siempre recuerdo lo que una vez dijo Harry S. Truman. “Es increíble lo que podemos lograr sino nos preocupamos quien se lleva el crédito”. Logro mucho y lo hago porque nadie me ve.

Puedo ser ese pequeño empujón de aire que salva y deja pensando a los peatones distraídos de una gran avenida.

Tampoco me ven cuando sorprendidos se dan cuenta que la casa se reconstruyó milagrosamente de la noche a la mañana luego de ser destruida por accidentes o personas injustas.

Soy la sombra que duda haber visto un asaltante cuando cree haber tenido su pistola en el bolsillo o cuando jura haberle disparado a la cabeza a su fallida victima.

Al principio me quemaba al intentar agarrar las balas en el aire, ahora sólo las desvío hacia el suelo.

Hago todos los intentos sobrehumanos e invisibles para empujar las ambulancias y evitar que estas choquen. Y que así lleguen unos segundos antes a donde puedan ayudarlos de verdad. Hacen que den más latidos a algunos corazones y yo solo les regalo el tiempo para arreglarlos. Me dieron el regalo de la velocidad. El tiempo y la distancia fueron obsequios que vinieron con la ecuación.

Sin embargo, esta vida oculta, estos actos que podrían ser falsamente calificados como hazañas si fueran conocidas; son solo acciones que cualquiera en mi lugar debería hacer. En un ahora donde las mínimas cortesías, y los actos de buena fe cada vez son más raros y tomados con suspicacia; un persona con habilidades excepcionales tiene (debe) hacerlas.

Todo esto lo escribo pensando en lo que es mi vida y en quien quisiera que fueras tú en ella. Me gustaría contarte que fui yo quien te salvó, pero quiero que sigas tranquila y que sigas pensando que jamás llego a tiempo. No creo que hayas sentido ese beso en la frente. Espero de verdad que no. Esto es lo que vivo. Solo sé que seguiré corriendo; que ya voy casi cinco segundos sentado y que tengo que irme ya.

W.

(Regresó en una milésima de segundo y agarró la nota que había escrito antes de que el lapicero que tiró cayera al suelo; se llevó este pedazo de papel con él. Al correr la nota fue quemada por la fricción del aire. A veces recuerda lo que escribió.)