martes, 28 de febrero de 2012

Una llave perdida: La de un garaje (donde se jugaba fulbito)

Hay episodios de mi vida que epifánicamente regresan desde el casi perpetuo olvido. Me llaman por momentos como ecos para no olvidarme de ellos. Hechos y personas que pareciera que desaparecieron de mi vida, de mis recuerdos; de mi memoria; y que sin embargo; como dicen los psicoanalistas: Nada se olvida realmente.


Ciertamente creo que esta y otras situaciones formaron y forman parte de quien soy, de lo bueno, de lo malo; de mi forma de ver las cosas, y más aún si esto sucede cuando uno es muy niño ...


Corrían los años noventas (siempre quise decir eso); y mi vida de puber me estaba mostrando muchos cambios. Falleció mi viejo; y la adolescencia tocaba la puerta sin ser muy insistente (aún). Tenía aún la costumbre dominical de ir a visitar a familiares; de almorzar y cenar con ellos. De entre todos los familiares que visitaba, había una familia con la que no tenía parentezco real; pero que sin embargo; y por razones de antaño; era como un anexo casi indesprendible de la mía. Todos eran mis tios y mis primos de cariño. Este nexo, según me cuentan; se había mantenido por más de dos generaciones.

Dentro de toda esta familia "extended-version" que tenía; se encontraba mi primo: Edgar.

Edgar, tenía tres años menos que yo. La adolescencia me llamaba y yo en ese momento no quería contestarle .. y esta misma adolescencia no sabía todavía ni que Edgar existía. Mi primo fue uno de los últimos bastiones libres de presiones sociales adolescentes; me dió más de un año extra para ser niño. Era más bajo que yo por una cabeza, un tanto gordo y muy gruñon. Él mismo se burlaba de sí mismo diciéndose Pedro Picapiedra; y lo parecía; cuando se enojaba era un pequeño paquete de paté.

Largas tardes, donde sólo jugábamos los últimos juegos de Atari; y los primeros de Nintendo (recuerdo siempre a mi primo cuando me imagino la cara de Fred Flinstone con escasos bits); presumíamos quién tenía más juegos; más juguetes. Al final..  eramos amigos; y todos los juguetes que teníamos eran de 2-players a más...

Jugábamos mete-gol-tapa en su garaje; y antes que sonará la puerta de madera a punta de pelotazos, se escuchaba: "cierra bien la puerta del garaje; pon la tranca pes. El arco.. de aquí hasta acá, tú tapa primero." - y yo; como sabiendo mi futura profesión, siempre intenté que no fuera tan cascarrabias. Me lo imaginaba como un adulto gordo y probablemente ulceroso.

Con el tiempo conocí a dos o tres de sus amigos; y con más tiempo también .. contaminé el perfecto parque infantil pensando en que este grupo sería otra de mis primeras manchas para salir a tomar clandestinamente unas cervezas. Nunca lo fue. Tampoco jugue futbol con ellos en una canchita; solo fueron menos de una decena de veces en ese garaje ..

Pero el tiempo pasa; y poco a poco estos dos años de diferencia crecieron también.. y me hicieron verlo como un niño gordito y aburrido que le gustaba quedarse en casa los domingos. Tonterías que uno piensa al creer que crece.

Iba menos a la casa de mis tios, empecé a salir los sábados; comenzaron las torpes y secretas resacas que me hacían preferir quedarme en casa,  escuchando música y haciendo malabares con el fine tunning de mi televisor y mis canales bloqueados de cable..

Lo último nuevo que le vi a Edgar no fue un juego de video, ni una pelota.. fue una guitarra.. varios de nosotros nos queremos comprar una cuando todo comienza, no? Ahora casi veinte años después se que está por Europa, al otro lado del charco, buscando la estabilidad y el sueño extranjero como muchos.

Espero que no hayas desarrollado úlceras; Picapiedra.
Gracias por el break antes de la adolescencia; creo que me sirvió recordar.