jueves, 17 de diciembre de 2009

Llaves

Aún no termino de mudarme, falta muy poco. Ya duermo sin embargo en otro lado, mi cama ya no está en mi cuarto (el anterior). Cuando regreso a mi antigua habitación ya parece como si fuese la ofrecida por un hotel muy barato, o una casa de muy malos acabados por ser comprada. Irracionalmente, le tengo mucha gratitud a estos ladrillos. “Es una casa de carácter, dá mucha pena traerla abajo” – dijo quien la demolerá. Al fin de al cabo, debo verla como lo qué es; ladrillo, cemento, barras de fierro, tubos y cables. Ya que estas paredes; esta casa, ha sido lo que pudo ser para cualquiera que hubiera vivido aquí; una hoja en blanco; aquí se escribió mucho (así como hace unos días literalmente escribí en mi pared como siempre lo había querido hacer) y muchas vidas se intersectaron. Lo bueno es que pasan los días y tengo algo muy claro:

Los recuerdos me los llevo, y esas son las llaves que nunca perderé.

24/12 - 11:59pm

(re-editado; clase de literatura - 1995)

Feliz navidad... es la frase que repetimos hasta el cansancio en este diciembre de “celebraciones”. Millones de viejitos gordos, e inclusive algunos barbones flacos, confundiendo el pequeño universo de un niño. Nuevos juguetes que dejan como viejas las billeteras de los padres; quizá inocentes caprichos en una noche de esperanza ciega aún en el más humilde y honrado de los hogares. Como en muchas cosas acá, las cenas también muestran una diferencia marcada; van desde un gran pavo, una fuente de puré de manzana acompañadas de ensaladas de nombres extranjeros hasta un pollito especial guardado con un panetón regalado por el jefe … con una escarapela del que ya no se quiere ver la fecha de vencimiento. Y eso solo para los que tenemos cena.

Un muchacho ya no espera al viejito barbón, sino a sus amigos, y a su enamorada para pasarla como nunca. Ya no piensa en ese gordo bonachón, no se da cuenta que este deja su forma corporea en fotos que se tomo de niño para volverse más espiritual. En eso que se apodera de algunos corazones afortunadamente. El espíritu navideño, de compartir, de amar más a todos; así como al niño que con su cumpleaños dio nombre a la fecha. Algo muy importante.

Ya este muchacho no es un niño, tiene un poco más de década y media; y se olvida de la corta distancia que alguna vez existió entre su cabeza y sus pies; se olvida de la esperanza ciega, del gordo que puede meter todo en un saco desafiando las leyes del espacio y la física. Ese viejo bonachón que tan feliz estaba de estar vivo en la mente infantil, se vuelve adorno para colgar; en gracia de ingenuos y de tontos niños. Ya la cena no es rica tampoco, es una demora; ya no se para ni un rato frente al nacimiento ignorando el porque de tanta demora para abrir los regalos que hay debajo del árbol. Antes decoraba el árbol, ahora aparece decorado y no pregunta ni quien lo hizo. Para eso hay gente que tiene tiempo; su tiempo es valioso ahora. Sus amigos los ve solo el fin de semana, a sus padres siempre; todo el día. Cuando la verdad es que nada dura siempre..

Nos quejamos de tener. Habrá en esa navidad y otras quienes estarán felices (y seguro pensaremos que menos que nosotros) de tan solo tener un vaso de leche acompañado con un pequeño chocolate guardado cuidadosamente en el bolsillo, como emulando ese chocolate navideño liquido del que muchos hablan. Quizá si tienen suerte llevaran en su ropa, un tanto sucia, algo de verde y algo de rojo. Porque también es importante decorar, no es verdad?

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Se mantuvo la esencia de lo que escribí en ese entonces; felizmente para mi, siento y veo que en algo he mejorado en mi redacción. El último párrafo lo cambié casi todo; el original decia así:

"Ya para estos jóvenes de más de década y media va dirigido, no un simple mensaje, sino una dura reflexión de “navidad; época de amar..” .."

Me gustaría tener esa esperanza ciega de la que hablaba en ese entonces; sin embargo hay cosas que se pierden pero otras que se ganan con los años. (Tengo que, y quiero decirlo).

Lo que sí no cambia es la misma oportunidad que se nos abre cada día prácticamente; de hacer el bien, sin mirar a quien como bien se dice; y también de hacerlo sin testigos, sin necesidad de trofeos o fotos donde etiquetarse.

Es sólo ayudar.

A propósito: Personas buenas.

He querido colgar esto hace tiempo, se me fue pasando para variar. Estaba en una de esas cartulinas con oraciones que dan en los velorios; y que usualmente no leo. Esta me gustó mucho. La sentí como una petición sincera e inteligente. Fue escrito por alguien que aprecié de niño, pero conocí poco sinceramente, pero que (por lo que aprecié en su entorno) cultivó cariño profundo en muchas otras personas:

“Mi Señor, ayudame a decir la verdad delante de los fuertes;
Y a no decir mentiras para generarme el aplauso de los débiles.
Si me das fortuna no me quites la razón.
Si me das éxito no me quites la humildad.
Si me das humildad no me quites la dignidad.
Enséñame a querer a la gente como a mí mismo.
No me dejes caer en el orgullo sin triunfo,
ni en la desesperación si fracaso.”

Escrito por Tío Cesar “Kutty” – (una persona que valió mucho).

Personas buenas, hay; y pocas. Cuesta encontrarlas nomás.