jueves, 31 de enero de 2013

La flor azul.

Había una vez; en un reino un tanto extraño; un rey sin reina. Él gobernaba cerca a uno de los más hermosos y envidiados bosques. La razón de que este bosque fuera tan codiciado no sólo era por sus paisajes sino por las flores que lo adornaban; todas crecían durante todo el año, y varias de ellas eran inclusive únicas. No existían en ninguna parte del orbe mas que en ese bosque.

El gobernante pudo optar por crear un jardín que pudieran disfrutar todos sus súbditos, o mandar a los sabios a que averiguaran el porqué su bosque era tan afortunado.. pero en lugar de eso; cada vez que se le antojaba mandaba cortar casi todas las flores y adornaba su castillo para celebrar cualquier festividad; que también; se le antojara.

Está de más decir que el panorama en estas fechas era fastuoso; sumado a los manjares,los invitados e invitadas, la vestimenta y en general, toda la elegancia y la opulencia que se ostentaba en estas fiestas. Definitivamente el rey quería vivir cómo si no hubiese un mañana. Todos los placeres incluidos. Eso si, nadie hablaba en voz alta sobre el porqué no había una reina a su lado. Algunos, nuevos en el reino, hipotetizaban que le había pasado algo.


Los cercanos al oráculo decían que algo extraño pasaría con el Rey algún día. Algo que lo cambiaría para siempre. Nadie los tomaba tan en serio, cualquiera podría decir que "algo" llegaría "algún" día. Pero nadie pudo entender lo que pasó cuando realmente sucedió lo profetizado.

Era uno de esos días previos a una fiesta, cuando el Rey, aburrido de su rutina, quiso ir el mismo a visitar ese bosque que producía tan hermosas flores. Así que ataviado con las ropas para esa labor y unas tijeras de jardinería muy grandes fue a recorrer sus tierras. Estaba alegre por realizar una tarea tan extraña para él; y pensaba en todos los placeres que iba a disfrutar dentro de unas pocas horas. Algunos dicen que se sentía muy contento por todas las banalidades que podía conseguir con el chasquido de sus dedos; pero quienes entienden un poco más la naturaleza humana; pueden deducir el porqué de tanta ostentación.

El Rey empezó a dar órdenes por aquí y por allá; "corta esas!"; "no, no tan pocas, córtalas todas mejor!"; era toda una masacre botánica. Momentos después, él se separó del grupo que lo acompañaba y empezó a caminar con las tijeras abiertas y listas para destrozar tallos.

Y sucedió.

La vió. No era una flor, no había florecido aún; era un capullo. Pertenecía a una planta que no había visto nunca el Rey. Se quedó mirándolo sin moverse; quedándose con las tijeras abiertas y boquiabierto. Al dejar caer las tijeras, se tiró también al suelo. El tiempo parecía haberse detenido; sólo contemplaba. No era tan sólo curiosidad en su mirada, era como.. respeto y preocupación.

No pasó mucho tiempo para que los guardias y sus acompañantes notaran su silencio y la ausencia de sus altisonantes órdenes. Lo miraban de lejos; no querían acercarse. Al ver la escena más de cerca, nadie podía entenderlo. "Eso calmó al Rey?"; "Se espinó la mano o algo por el estilo?" - había desconcierto.

"Ya cortaron suficientes?" - dijo después de varios minutos el Rey. Luego de ello, dicen que  ordenó a todos retirarse con las flores que habían cortado hasta ese momento; y ninguna otra más.

Algunos de los que asistieron a la fiesta de esa noche; dicen que el Rey se asomó unas pocas veces y parecía estar con la mirada perdida. Hacía intentos por comportarse como en otras ocasiones; pero se notó su acto. A la mañana siguiente anunciaron que el Rey había partido en una misión de encargos, algo relativo a su familia. Otros dijeron que no era posible porque no llevaba a toda la guardia real como era costumbre. Unos inclusive creen haberlo visto partir sólo.

Nunca se volvió a saber de él.

Paso un mes y arribó su hermano, de quien se pensaba gobernaba en otra provincia y era segundo en la línea del trono de aquí. Tomó el poder de inmediato. Su esposa, la nueva reina no tardó tampoco en llegar. Ya no hubo fiestas por doquier, y por gusto, a partir de este nuevo período; hubo más orden; eso si. Un mejor régimen.

Unos dicen haberlo visto, pero otros dicen que es sólo un rumor. Lo que es cierto; es que en aquel lugar, donde el antigüo Rey vio ese capullo, floreció una flor azul; y luego otra más, hasta que ocuparon gran parte del bosque. Al tener ya casi medio año el nuevo reinado, los jardineros reales tienen la orden cuidar esas flores azules; algunos dicen que ese decreto no partió de este Rey, sino que llegó en un escueto y discreto pergamino meses después de la extraña partida del monarca anterior.

Son flores muy hermosas, y nadie las puede arrancar. Las llaman Epifanías.








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